una noticia como aproximación a las nociones Historia y Obra de arte en Walter Benjamin
En las primeras semanas del año 2006, cinco piezas del artista modernista austriaco Gustav Klimt (1862-1918) estuvieron involucradas en una polémica de galerías y periódicos: dos retratos Adele Bloch-Bauer (1907 y 1912), los paisajes Beechwood Forest (1903), Apple Tree I (c. 1911) y Houses in Unterach on Lake Atter (1916), durante años considerados unos de los tesoros más significativos del capital cultural plástico de Austria, fueron reclamados por María Altmann en un litigio que ésta mantuvo durante años por el robo de tales cuadros perpetrado a su familia durante el régimen Nazi. Maria Altmann, miembro de una familia judía de Viena, es la sobrina de Adele Bloch-Bauer, quien falleció cuando ella tenía nueve años, en 1925.
Durante el fin de semana anterior a que se descolgaran los cuadros de las paredes de la vienesa Galería Belvedere —luego de variopintos intentos del Estado austriaco por adquirir al menos algunas de las costosas piezas en cuestión—, miles de personas asistieron en masa a “despedirse” de Adele. Las cifras estimadas fueron 8.000 visitantes entre el viernes y el domingo, víctimas silentes de enormes colas y temperaturas poco amables (incluso, la Galería Belvedere se vio forzada a extender sus horas de visita hasta la madrugada). Apenas algunos días después, María Altmann ponía en subasta el conjunto de Klimt en un valor estimado de 250 millones de euros, no sin declarar antes que a su abogado, Randol Schoenberg, le correspondería el 40% de la venta de los cuadros, mientras ella sólo se quedaría con un 25%, entre impuestos y otros gastos. Las piezas siguen en venta, expuestas en Los Angeles County Museum of Art (LACMA), en Estados Unidos.
Este episodio, reciente y polémico, propone instancias fértiles para dialogar con las ideas que Walter Benjamin expone tanto en La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica como en Dialéctica en suspenso. Fragmentos sobre el concepto de historia. La reparación histórica de los desmanes de El Holocausto en la Segunda Guerra Mundial que subyace en la recuperación de las piezas de Klimt por María Altmann acaba mercantilizando a la obra de arte, reduciéndola a un valor de cambio que, en este caso, se enfrenta a la idea del capital cultural que esos mismos cuadros representan aún en la identidad vienesa. ¿Cómo sucede esta reparación histórica, desgoznada temporalmente, a la vez que genera una irrupción en instancias ajenas a los eventos de setenta años atrás, como lo es el capital cultural del ciudadano vienés de este siglo? Además, ¿existe una conexión posible entre el poder de la Adele original y su presencia benjaminiana en la Galería Belvedere (ese aquí y ahora; Dasein) y la anexión de Austria, en las décadas de los treinta y cuarenta, al régimen nacionalsocialista liderado por Adolf Hitler? ¿La idea de la posesión íntegra —recuperada, y en esa medida revivida— del tesoro familiar repara en modo alguno las grietas del condenable hurto de capital cultural ejercida por el ejército nazi a las familias judías? Si es así, ¿por qué proceder a la venta inmediata de las piezas en una condición que ya excluye al estado austriaco como comprador privilegiado? ¿Por qué el intento de recuperación se pone en ejercicio con las piezas de arte y no, por ejemplo, con la fábrica familiar que el esposo de María Altmann, Fritz Altmann, tenía junto a su hermano y entregó al régimen para poder salir libres del campo de concentración de Dachau?
Es cierto que todas estas dudas se articulan con el impacto de un hecho reciente que permite polemizar en torno al funcionamiento —privado y público— de la obra de arte como insumo cultural y, en este caso, mercantil. Pero, además, permite el intento de servirse de conceptos como los de Pierre Bourdieu acerca del gusto y del capital cultural —expuestos en La distinción. Criterio y bases sociales del gusto (1979)— para establecer un diálogo con las ideas que refieren a la reparación histórica y a la obra de arte en el siglo veinte en el ejercicio real y constatable —por medio de noticias, entrevistas y testimonios disponibles en los archivos de prensa y las agencias de noticias asequibles en la web— para atender a las incuestionables vigencias del pensamiento de Walter Benjamin tomando como punto de partida un evento registrado sin mediación: la noticia que reporta cómo la sobrina de la musa de Klimt convierte en retrato de su tía —otrora tesoro familiar; otrora tesoro nacional; ahora tesoro cambiario; siempre capital cultural— en un evento que Benjamin posiblemente recortaría de Le monde como un síntoma de nuestro tiempo, como un insumo, como un trocamiento de valor que invita a una lectura materialista, dialéctica y benjaminiana, pero momentáneamente se comporta apenas como otro sema sociocultural de un legajo que adviene.
NOTA: ESTE TEXTO ES SÓLO UN DOCUMENTO DE REFERENCIA PARA LA PONENCIA ELECTRÓNICA "A PROPÓSITO DE KLIMT", PARTE DEL SIMPOSIO DE LOS CURSANTES DEL SEMINARIO DE LITERATURA Y SOCIEDAD [Universidad Central de Venezuela.Facultad de Humanidades y Educación. Maestría de Estudios Literarios], A CARGO DE RAFAEL CASTILLO ZAPATA. EN TANTO ES SÓLO UN ANTEPROYECTO, PRESENTADO EL 10 DE JULIO DE 2008, QUE PRECURSA LO QUE SE TRABAJARÁ EN LA PONENCIA ELECTRÓNICA CONTEMPLADA COMO ENTREGA FINAL.
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